Biden, quien mejor se asoCIA a la suCIA CIA

Dice la documentación oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) que no responde a gobierno alguno y sí a lo que mejor conviene al pueblo norteamericano, pero nada de ello es cierto, y en este contexto “sacó chaqueta” con el anterior presidente, Donald Trump, quien la dejó hecha toda una olla de grillos, pero recobró su postura con el actual, Joe Biden, quien bien la utilizó cuando era el vicepresidente de Barack Obama.

A los cuatro días de haber tomado posesión, Biden ya había nombrado al subdirector de la entidad de espionaje, y a los nueve, a su director, William Burns, dándole una profundidad de trabajo en el problema ucraniano, como poco antes lo hizo en el afgano.

Ahora, a bombo y platillos, el mandatario elogió el trabajo de la CIA en el asesoramiento a militares ucranianos y mercenarios, muchos de ellos neonazis, que son entrenados en países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte; la defensa y acciones ofensivas contra las tropas y la aviación rusas que participan en la operación militar especial, y la protección personal al presidente ucraniano, Vladimir Zelenski.

Así, destaca el papel de la entidad en los recientes acontecimientos bélicos en Ucrania, acerca de los cuales el analista militar estadounidense Scott Ritter, desde Consortium News, desenreda lo que ha pasado en estos últimos días, resumiendo que Rusia ha perdido, sin mayor castigo, un territorio en Jarkov que no le interesaba estratégicamente y Ucrania lo ha ganado con un alto costo en material y tropas.

Ello forma parte del engranaje para culpar a Rusia de todo lo malo y legitimar las violaciones y la masacre del gobierno de Ucrania en forma reiterada y que por varios años ha mantenido en contra de civiles en la zona del Donbass.

ANTECEDENTES

Ya la CIA, con Biden en la vicepresidencia, estaba involucrada en el origen directo del conflicto, que se remonta al inicio de las protestas del Euromaidán en noviembre del 2013, cuando miles de manifestantes salieron a protestar en Kiev, debido a la negativa del gobierno ucraniano a firmar el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea.  

En febrero del 2014, fue destituido el presidente Víktor Yanukóvich, pero en el este del país, región fronteriza con Rusia, manifestantes tomaron sedes de gobiernos, proclamando la independencia de ciertas localidades, lo que causó fuertes enfrentamientos armados entre europeístas, al frente de los cuales estaban elementos neonazis que perseguían y hasta quemaban vivos a sus oponentes.

A mediados de marzo del 2014, se da la adhesión de Crimea a Rusia, y el 7 de abril, miles de manifestantes proclamaron la independencia de Donetsk. El 13 de abril, las autoridades de Kiev pusieron en marcha una operación especial en el este del país con la participación de las Fuerzas Armadas. El 17 del mismo mes, se celebró una reunión en Ginebra, Suiza, entre los jefes de la diplomacia de Ucrania, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, siendo aprobado un documento con medidas para poner fin al conflicto. También se acordaron revisiones a la Constitución de Ucrania.

La República Popular de Lugansk fue proclamada el 28 de abril, tras lo cual se unió a Donetsk en su lucha contra el gobierno de Kiev, que reconoció en su momento y públicamente que la situación en ambos lugares escapaba a su control, tras lo cual envió sus tropas a Sloviansk.

Ello no impidió que dos días después se llevaran a cabo los referendos sobre el estatus político de Donetsk y Lugansk, en los que el 89% de los electores de la primera región votó a favor de la independencia y el 96% de la segunda optó por separarse de Ucrania.

IRRESPETO

Ese gesto de autodeterminación la Unión Europea y Estados Unidos no lo respetaron y apoyaron al gobierno de Ucrania, alegando que Rusia era el único responsable de las tensiones separatistas.

Por su parte, el gobierno de Rusia ha condenado reiteradas veces las acciones del gobierno ucraniano, refiriéndose a sus integrantes como “criminales” y calificando los sucesos en Ucrania de genocidio. Por su parte, la OTAN desplegó sus tropas en países cercanos a las fronteras rusas y ucranianas: Polonia, Rumania y los países bálticos.

Antes de la intervención de Rusia en el Donbass el 24 de febrero, ya las tropas ucranianas habían causado en ocho años más de 14 000 víctimas mortales.

La guerra se ha extendido e intensificado, con el envío por el gobierno de Biden de más de 14 000 millones de dólares en armas a Ucrania, miles de mercenarios y la ya comentada acción de la CIA, que ha facilitado la asistencia de un gran número de asesores militares y trata de lograr sus objetivos de desacreditar, debilitar y dividir a Rusia.

Con anterioridad, la agencia había tenido un importante papel en la retirada de Estados Unidos de Afganistán, tratada por Trump y puesta en práctica por Biden que, desastrosa o no, cumplía el plan establecido por la administración y orquestado y recomendado por la agencia de espionaje.

En este contexto se gestaba y se realizó la entrada del Talibán y la confección de una política para desprestigiar a la organización combatiente triunfante, aprovechando la limitación talibana en cuestiones referentes a los derechos humanos, principalmente en la no inclusión femenina y otras cuestiones referentes a la religiosidad.

O sea, eran, son, cuestiones previstas por la Agencia, que llegaba a mover a gobiernos y organizaciones de todo tipo en la recriminación al enemigo en el poder mediante una política de descrédito al Talibán, combinándola con el apoyo a una entidad creada por el imperialismo, el Estado Islámico, que intensificó su práctica de atentados criminales, principalmente suicidas, contra civiles indefensos en mercados, hospitales e iglesias.

MÁS CERCA

Ahora, en nuestro continente, aunque utilizando métodos menos irascibles que los de Trump, Biden sigue irrespetando los derechos humanos y la voluntad popular, aunque públicamente diga lo contario.

Así, utiliza a la CIA para penetrar organizaciones que luchan contra la desigualdad, controlar aún más a los medios de comunicación, torpedear por diversas vías a los gobiernos con diferentes grados y matices progresistas, como los de Argentina, Chile, Perú, Honduras, El Salvador, México, Venezuela y Nicaragua, a los que se ha sumado ahora Colombia; y mantener e intensificar el brutal y criminal bloqueo a Cuba, luego de incumplir su promesa de eliminar las restricciones impuestas por Trump, lo cual mencionó tres veces en su campaña presidencial. 

Además, sigue utilizando a la CIA en la persecución a quienes quieren evitar la extradición de Gran Bretaña a Estados Unidos de Julian Assange, injustamente encarcelado por revelar los comprobados crímenes de guerra norteamericanos.

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