El Abra del Yumurí en Guantánamo

Con sus 58 kilómetros de recorrido, el guantanamero río Yumurí es superado por el Toa y el Jaguaní entre los que corren por la vertiente norte del Alto Oriente cubano, y en la meridional únicamente aventajado por el Guantánamo y el Yateras.

Pero no es la longitud de ese curso de agua el elemento que movió a atraparlo en su lente al norteamericano Somerset Matewson durante su visita de principios del siglo XX a Baracoa, la Ciudad Primada de Cuba, en cuyo litoral sur desemboca el Yumurí.

Desde su nacimiento en las serranías del vecino municipio de Imías, la referida corriente fluvial horadó con su caudal permanente de siglos las calizas terciarias que se oponen a su paso, y modeló el hermoso cañón, conocido con el mismo nombre.

  Matewson, un temprano estudioso de la paisajística cubana, inmortalizó ese accidente geográfico en un cuadro que dio la vuelta al mundo y estuvo expuesto en 1904 en el Museo de Bellas Artes, en La Habana.

Según Antonio Núñez Jiménez, el Abra del Yumurí sorprende al viajero por la belleza agreste de sus farallones, elevados verticalmente sobre las márgenes fluviales.

El desaparecido científico cubano dejó escrito que el cauce de ese río es un tajo profundo, abierto entre las pintorescas terrazas que en parte se suceden a lo largo del estrecho y abrupto relieve, característico de esos parajes nororientales.

Ese corte transversal, muy frecuente entre montañas y debido a sismos o al accionar de las aguas, supera con creces al del Abra de Mariana, hermoso sendero originado- según autoridades en materia geológica-, por la evasión del lago que antes de los grandes deshielos existía en el Valle de Caujerí, en el también guantanamero municipio de San Antonio del Sur.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

WP2Social Auto Publish Powered By : XYZScripts.com