La familia Trinidad Velazco: sus legados para Cuba y Ranchuelo

El pasado 17 de julio se estrenó en la televisión cubana la novela El derecho de soñar, una entrega inspirada en el ensayo Llorar es un placer de Reynaldo González. La obra ha servido para festejar el centenario del nacimiento de la radio en Cuba y, con ello, rendirle un merecido tributo a todos los hombres y mujeres que han marcado un hito en este medio de difusión.

Con matiz ficticio, dicha novela nos presenta un sinnúmero de personajes reales que influyeron notoriamente en el devenir histórico de la radio durante su existencia centenaria. Muchos habitantes de la Isla no han comprendido la trama de la misma; otros prefieren distintos medios y espacios para el entretenimiento, y solo unos pocos han querido ahondar en la historia que nos relata cada lunes, miércoles y viernes en la noche; y dentro de este último grupo me incluyo.

En mi opinión, la novela posee numerosos méritos para ser una de las mejores que ha transmitido la televisión nacional, aunque debo añadir que no soy experto en la crítica de audiovisuales. La primera de esas virtudes está dada en el rescate de la la historia de la radio cubana y las figuras más notorias que contribuyeron a la consolidación de la misma; por otro lado, recrear el impacto que generó en la sociedad cubana de la época la radionovela El derecho de nacer del escritor Félix B. Caignet y, al mismo tiempo, el incentivar una vez más el amor por la radio ante la creciente avalancha de la internet y las redes sociales. En lo personal, uno de los grandes aportes de El derecho de soñar ha sido, sin lugar a dudas, el homenaje que se le rinde a una de las personalidades más ilustres del ámbito cultural de la Isla: Amado Trinidad Velazco y, por ende, a su familia. Y recalco lo personal, porque dicha familia realizó grandes aportes al desarrollo socioeconómico, político, cultural, religioso y fraternal de mi querido pueblo Ranchuelo durante la primera mitad del siglo pasado, convirtiendo a este municipio en la Taza de Oro de Cuba.

Busto erigido en honor a Diego Trinidad Velazco por el Club Gallístico de La Habana.

A comienzos del siglo XX, los hermanos Ramón, Diego, Amado y José Trinidad Velazco se establecieron en Ranchuelo con el objetivo de comercializar los tabacos y cigarrillos de la marca Cabañas y de la Agencia de Cigarros de La Habana, del comerciante Calixto López. Todo ello conllevó a que las ganancias de dicha actividad fueran invertidas en la compra de una pequeña tabaquería para la elaboración del producto por ellos mismos. En este sentido, Ramón se encargó de la elaboración del producto y Diego de su distribución por las zonas aledañas al término municipal. Con el inicio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la asociación de estos dos hermanos creció económicamente, suceso que se vio favorecido, además, por el nombramiento de Ramón Trinidad Velazco como alcalde de Ranchuelo hacia 1912, y posteriormente Representante a la Cámara de la República de Cuba, en 1926.

El período conocido en la historiografía nacional como “las vacas gordas” trajo consigo el establecimiento de una sociedad mercantil regular colectiva entre estos hermanos, en 1913, bajo el nombre de Trinidad y Hno. A esta sociedad se le sumó otra homóloga, pero esta dedicada a la gastronomía con la creación de una Café-Bar con mesas de juegos. Los negocios fundados sirvieron para contratar mano de obra para la elaboración del tabaco y el cigarrillo, y a la creación del inmueble de la Empresa de Tabacos y Cigarros, en 1922, bajo el mismo nombre de la anterior sociedad mercantil regular colectiva. A partir de este instante, la fábrica-empresa fue en crecimiento sostenido y esto obligó a sus propietarios a centrarse en la producción de un solo producto: el cigarrillo. La bonanza económica de estos hermanos fue tan grande, que en el Trust Havana Cigar Co. trató en varias ocasiones de comprar dicha dependencia. Bajo el eslogan “Trinidad y Hno. Pruebe y compare”, la industria añadió diversas estrategias de marketing que aumentaron considerablemente su producción, convirtiéndola, a partir de 1934, con el inicio de la administración de Amado Trinidad hasta 1958, en la primera fábrica de su tipo en el país. Durante este período de esplendor económico, se sucedieron en la dirección de la misma Salvador González, entre 1939 y 1950, y Diego “Dieguito” Trinidad Valdés, desde 1950 hasta el triunfo de la Revolución cubana, cuando fuera intervenida.

Auto de carrera Lincoln patrocinado por la firma Trinidad y Hno.

No me centraré en esta crónica en realizar un bojeo por la historia de esta institución pues para ello existe un excelente Trabajo de Diploma que se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Cienfuegos del hoy Lic. Miguel A. Castillo Payrol, al cual tuve el honor de dirigirlo en sus faenas investigativas; sino todo lo contrario. Ambiciono en estas pocas líneas recrear la significación de la familia Trinidad Velazco para la cultura nacional y, en especial, para la ranchuelera; aunque siento que en un artículo periodístico no se podrá recrear toda esa contribución.

Del capital de la fábrica para la Isla, salió el esplendor de la RHC Cadena Azul durante la década del 40 del siglo pasado, donde su propietario se dedicó a destacar los elementos que conforman nuestra idiosincrasia, brindarle protección a los artistas nacionales, llevarle al oyente una auténtica música cubana sin restarle mérito a la foránea y un tratamiento adecuado, tanto en lo económico como en lo ético, para los artistas, los músicos y el personal técnico contratados por la emisora.

La cadena radio-telefónica convirtió a varias figuras del ámbito de la cultura en exclusivos del negocio de Amado Trinidad Velazco, entre ellas sobresalieron Chano Pozo, Eduardo Saborit, Ernesto Lecuona, José Ángel Buesa, Leopoldo Fernández –Tres Patines–, María Valero, Benny Moré, Rita Montaner, Salvador Wood, Barbarito Diez, Joseito Fernández, Justo Vega y otros muchísimos más que hoy constituyen referentes encumbrados de la cultura de nuestro país. También, dio paso a los universos noveleros como Aventuras de Manuel García, el rey de los campos de Cuba del periodista Meluza Otero y La novela guajira basado en los originales de Onelio Jorge Cardoso y Dora Alonso; como también, otros espacios para el entretenimiento como La tremenda corte, Controversias deportivas y Sucedió en Cuba. Igualmente, gracias a la influencia de esta cadena radial numerosos artistas internacionales visitaron la Isla, como el destacado actor azteca Jorge Negrete.

Sin embargo, fue el municipio de Ranchuelo quien sería el centro de atención de la familia Trinidad Velazco. El capital simbólico más importante resulta la propia edificación de la fábrica-empresa; monumental inmueble de una manzana y de tres plantas ubicado en la carretera que conecta a las ciudades de Santa Clara y Cienfuegos. Para suerte nuestra, aun la construcción posee su funcionabilidad al ser la sede de la Empresa de Cigarros Ramiro Lavandero Cruz. Hacia su interior, se mantienen funcionando las máquinas cigarreras que ayudaron a solidificar la fortuna de esta familia. Como especie de continuidad del citado edificio, se encuentra otro que, aunque más pequeño, sirvió de base al sindicalismo obrero que se consolidó en la fábrica en las décadas del 30 al 60 del pasado siglo; y el panteón de los obreros de Trinidad y Hno., localizado en el cementerio de la localidad.

Otro de los grandes legados dejados por los primeros productores de cigarrillos en Cuba, lo constituyó el Club Atlético de Ranchuelo (CAR), hoy Palacio de Pioneros. Su colosal escalera adornada con cristales y sus diversos espacios de recreación fue idea de Amado Trinidad durante su período gerencial. Este lugar sirvió para fomentar el deporte y el amor a la cultural. En las páginas de la revista emanada de la propia construcción, se recrean los logros de los equipos amateur de baloncesto, béisbol y boxeo patrocinados por dicha firma; además, de los autos de carrera que también eran obra de Trinidad y Hno. Además, fue el escenario para la presentación de varias agrupaciones y solistas, como la Orquesta Aragón y Benny Moré y su Banda Gigante. En la actualidad, lamentablemente ninguna de sus otras instalaciones interiores prestan servicios, entre las cuales se incluían un billar, una bolera y una cancha de tenis.

Tampoco se puede olvidar la casa de campo de Dieguito Trinidad Valdés, devenido en el Motel Las Tecas ubicado en kilómetro 255 de la Autopista Nacional. Los elementos que personifican a esta estancia se mezclan con las grandes extensiones de tecales, madera altamente cotizada para la construcción de muebles debido a su fácil interacción con los metales y su apariencia. Los sembradíos de la también llamada como reina de las maderas fue obra de la versatilidad comercial de la familia y, al mismo tiempo, daba la bienvenida al pequeño aeropuerto erigido para los viajes de negocios de los propietarios de la fábrica-empresa. Otras edificaciones que hoy sirven de aulas y de asiento a disímiles instituciones gubernamentales, poseen el sello de la fortuna de Trinidad y Hno. Pero sin lugar a dudas,  la emblemática Logia de la Orden Independiente Odd Fellows Ramón Trinidad Velazco No. 39 de Ranchuelo, única del país en llevar el nombre de una persona que no perteneció a esta fraternidad, también forma parte de ese simbolismo perdurable. El nombramiento estuvo dado en que el otrora Alcalde Modelo de la localidad ranchuelera donó el terreno para la construcción de dicha edificación.

Por otro lado, la familia pensó otros proyectos que por diversas razones nunca llegaron a materializarse y entre ellos sobresalió la idea de construir un sanatorio antituberculoso en el propio Ranchuelo para la atención de los obreros que operaban bajo su firma. De igual modo, gracias a la bonaza económica de estos hermanos nacieron numerosos negocios colaterales que sirvieron para complementar la economía de la fábrica-empresa, como en el ya señalado sector maderero y al cual se le sumó el lechero, la producción de jabones y la impresión. Resulta válido destacar que el aura de Trinidad y Hno. no solo alcanzó un lugar significativo dentro de la estructura económica, sino también el aspecto religioso y benéfico. En este sentido, los fabricantes de cigarrillos fueron los patrocinadores de las fiestas en honor a Santa Rosa de Lima, patrona de Ranchuelo, y el Día del Ranchuelero Ausente, el 30 y 31 de agosto respectivamente. Asimismo, fueron los principales mecenas de las celebraciones del 4 de diciembre que se hacían en el cabildo de Domitila Abreu, el cual estaba consagrado al culto de Santa Bárbara. Además, Ramón Trinidad Velazco donó un reloj de cuatro esferas para su colocación en la Iglesia Católica, pero nunca se supo a donde fue a parar dicho mecanismo ya que no fue colocado, aunque sus ojales han sido testigos imborrables de esta idea.

Amado Trinidad Velazco, dueño de la RHC Cadena Azul, y el destacado actor azteca Jorge Negrete en su visita a Cuba.

Tal vez muchos de los habitantes de esta pequeña localidad ubicada en el centro del país nunca podrán tener una dimensión meridiana de cuanto hizo esta familia por su desarrollo socioeconómico, político, cultural, religioso y fraternal; como tampoco, los más jóvenes conocerán el exquisito paladar de los cigarrillos ranchueleros de la firma Trinidad y Hno., pero hoy estas edificaciones hablan por sí solas para recordarnos que no debemos olvidar nuestro pasado. Esta advertencia, por llamarla de algún modo, también resulta válida para los habitantes de la mayor de Las Antillas que sería injusta si no recordara a los valiosos aportes de Don Amado Trinidad Velazco a la radio y la cultura en general, y de la firma que se convirtió, a juicio del investigador Guillermo Jiménez en su obra Las empresas de Cuba 1958 (2004), en un “caso inusitado de éxito comercial vertiginoso que estaría fuera de los límites de la capital”.

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