Rafael Valls Ramírez: un fotógrafo cienfueguero estimado, pero apenas recordado

Sus instantáneas fueron ponderadas a la anchura de las obras de arte, durante casi 40 años sedujeron a los públicos sureños a fuerza de actualidad e ímpetu dramático; igual, por la lindeza compositiva y la nitidez de las imágenes. A todas luces, fue un artífice del lente que supo moverse en casi todos los géneros del quehacer fotográfico y batalló para estar entre los más prósperos. Como casi siempre ocurre con los afortunados, muere joven, logrando un sitio en la estima de quienes le conocieron, pero poco espacio en la memoria artística de la ciudad de sévres.

Rafael Valls Ramírez (La Esperanza,1885) cumpliría por estos días 138 años de vida y probablemente, si tuviera la dona de la intemporalidad, estaría en la cabecera de algún top creado por internautas abducidos por el efectismo y la “novedad”. Él y su hermano Eligio (litógrafo y finalmente agente de comercio) tuvieron la ocasión de convertirse en creadores visuales, siendo hijos del artista y pedagogo español Miguel Valls Lladó, el primer gran escultor que emergiera en la isla; empero, ambos prefirieron otros derroteros más lucrativos. Siendo un adolescente, Rafael queda prendado de la fotografía como objeto recreativo y le pide a un amigo de su padre, Mariano González Blanco (Salamanca,1861), propietario de la casa Photograph Gallery, que le instruya en el oficio. Al parecer, fue un buen aprendiz, pues recibe los elogios del mentor y como obsequio paterno una cámara profesional, con la que se abre su negocio en 1909, radicado en la calle Castillo No 107.

La entrada de Los Colorados, concebida por la Fotografía Valls en 1915. Museo de Historia Provincial de Cienfuegos.

El deseo de cautivar con prontitud a los públicos locales le lleva a ofrecer variados y muy módicos servicios: fotos Reina Regente, postales glasé, medallones, imperiales, etc., incluyendo visitas por encargo, las que suelen tener el valor de un peso la media docena de fotos. En 1910 emerge como uno de los fotógrafos más admirados por la sociedad local y hasta se permite las obras a plazo, que consumaba por 50 centavos semanales, e incorpora las ofertas de retratos al creyón, pastel y los sepias. En junio de 1912 se traslada para Cristina No 115, pero será solo para introducir varias reformas en su estudio, llegando a rebajar los precios de los textos visuales; semanas más tarde regresa a su antigua dirección. Un cronista de El Comercio expresa el 30 de junio de 1912: “Muchos han sido los progresos de este diligente joven y tan rápido que nada tiene por que envidiarle a ninguno del ramo. Lo más granado de nuestra sociedad va con Valls a hacer sus trabajos”.

En exteriores Valls tiene una intensa faena, fotografiando bodas y eventos de sociedad, como la instantánea concebida durante el casamiento de Josefa Planas y Ramón Castro, donde igual funge como testigo. Sin dudas, le agrada documentar este tipo de celebraciones; asimismo, los eventos deportivos y de ocio. Algunos pancistas intentan aprovecharse de su esplendor; por lo cual, el jueves 2 de octubre de 1913 publica en los diarios locales una curiosa nota:

Varias son las quejas que vienen a esta casa con motivo de trabajos hechos por aficionados en fotografías, los que sin darse cuenta del daño que ocasionan con sus embustes, invocan mi nombre para adquirir los expresados trabajos, simulando ser empleados de esta casa, y para general conocimiento hago el presente, informando que esta casa no tiene “fotógrafos” que la representen en el campo de manera ambulante, ni agentes para solicitar órdenes. Como quiera que estimo perjudicado mis intereses, y creo haya víctimas también del citado engaño, ruego a los mismos se sirvan de exigir el sello de garantía de esta casa, y de no tenerlo será trabajo ambulante, ajeno por completo a la casa que representa y en Castillo 107, esta ciudad.

Retrato del caricaturista Antonio Vázquez del Rey, fotografía tomada por Valls en 1920. Archivo del autor

La consagración definitiva y pública sucede en 1919, cuando recibe el Gran Diploma al Mérito con uso de Medalla de Oro durante el Centenario de la Fundación de Cienfuegos. Fue también un modo de contentar a su progenitor, quien siempre tuvo el sueño de que se encausara hacia las bellas artes. Para esa fecha, era el fotógrafo más popular y cotizado de su generación. Algunos cronistas llegan a publicar que es el precursor del fotorreporterismo en Cienfuegos, pero es una aseveración impugnable, que obvia los desempeños de otros fotógrafos, como Efesio de la Cotera y Bárcena, el ilustrador de El libro de la trocha, o Emilio Álvarez Varona, el “fotógrafo de la guerra” del 95. Lo que sí es indiscutible, es su aporte a la modernidad del reportaje gráfico, en cierto modo perneado de alguna sensibilidad artística.

Dondequiera que ocurre un hecho, de sangre o social, allí se presenta con su cámara. Su cojera, ocasionada en una disputa en Cartagena, cuando cae de un tejado tratando de esquivar a su perseguidor, no pone muros a su bregar, ni siquiera para colocarse en los ángulos más insospechados. Le entusiasman las fotografías de accidentes, muertes, asaltos, de exploraciones o aventuras, etc., que después cuelga en sus vidrieras con el propósito de lograr una mayor publicidad para su estudio, que tenía fama de ser muy profesional. Según los que le visitan, poseía una galería llena de retratos y en el techo figuraban las instantáneas de los que aún no habían saldado sus deudas.

Justo, bajo su lumbre se forman venideros fotógrafos de la ciudad, como Pablo Márquez León, quien cometía sus dieciséis años, y los hermanos Valentín Ignacio y Eugenio Bielsa, entonces unos niños; siguiendo la tradición del padre, otrora líder de juventudes que apoyaba la instrucción de adolescentes con talento, al modo del infante habanero José de Villalta Saavedra, el padre de la escultura monumental en Cuba, cuya infancia y adolescencia transcurrieron en Cienfuegos.

B. B. Club Cienfuegos Reliquias, imagen capturada por Valls en 1929. Museo de Historia Provincial de Cienfuegos.

Valls aborda casi todos los géneros fotográficos, especialmente fuera del estudio (lo que le hace un experto en el control de la luz al natural), aunque es en el reporteril donde halla sus más floridas experiencias. En 1915 capta La entrada de Los Colorados y La excursión de los boyscouts sureños en el Puerto de Cienfuegos. En la década de 1920 da seguimiento a este gremio y, por caso, toma valiosas instantáneas en 1925; concibe un retrato del caricaturista local Antonio F. Vázquez del Rey en 1920; cubre algunos entierros de personalidades en 1926 y fotografía al equipo de pelota local, el B. B. Club Cienfuegos Reliquias en 1929.

Sorpresivamente, muere en enero de 1934. Su popularidad es constatada durante el sepelio, al que asisten miles de personas. La esposa, Delia Vázquez, queda a cargo de la Fotografía y cuando vuelve a casarse con José Cruz, este se encarga del negocio. Cruz no es fotógrafo, pero continúa el legado hasta 1968, en que la casa es intervenida por el gobierno revolucionario y allí mismo se establece la Fotografía Girón.

Valls “celebraría” este año su natalicio 138 pero, si tuviera la dona de la inmortalidad, desearía fugarse a donde no le encuentren. No podría superar el hecho de que fuese tan estimado en tiempos pasados y ahora mismo (con todo y los posibles fans en las redes sociales) esté ausente de la memoria del arte cienfueguero.

Grupo líder durante la huelga del Instituto de Segunda Enseñanza Rafael Trejo, instantánea tomada por Valls en 1930, cuatro años antes de su muerte.

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