El sionista Biden
Tenía que ser Marco Rubio el primero que le dijera inútilmente al senil presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que tuviera cuidado con maltratar al flamante libertario ultraderechista Javier Milei, quien acaba de asumir la Presidencia de Argentina con planes económicos extremadamente violentos para las clases populares.
El elogiado por el legislador de lamentable origen cubano pretende arreglar una nación que viene dando tumbos por el ilegal y leonino préstamo del Fondo Monetario Internacional a Mauricio Macri -ahora aliado y consejero de Milei-, y que no supo ser enfrentado por el anterior gobierno peronista de Alberto Fernández.
Desde Miami -donde si no- el susodicho hizo un llamado a Biden a no «alienar» a los líderes aliados de Estados Unidos «a través de una política de críticas y de descuido».
«El presidente Joe Biden debería darle la bienvenida a Milei, porque en estos momentos es difícil encontrar aliados en Latinoamérica y el Caribe», expresó el republicano en una columna para el derechista diario argentino La Nación.
El senador por el estado de Florida subrayó que Milei ganó las elecciones en Argentina, porque prometió una ruptura decisiva con las malas prácticas económicas del «establishment de la izquierda, una promesa que claramente resonó con los votantes».
Como acostumbra, Rubio repitió que los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; Colombia, Gustavo Petro; Honduras, Xiomara Castro, y Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, «han empoderado a dictaduras regionales como las de países como Cuba, Venezuela y Nicaragua».
Es muy difícil que Milei no haga buenas migas con Biden, porque ambos son sionistas, partidarios de un Israel libre … y sin palestinos, aunque no confiesen esto último. Milei se va a convertir al judaísmo, mientras que Biden, que no es judío, ha subrayado que no hace falta serlo para ser sionista.
Desde que era senador de Estados Unidos expresó su férreo apoyo a la seguridad de Israel y su simpatía con el país asiático; luego, cuando finalizaba en el cargo de vicepresidente en la administración Obama, auguró con seguridad que en el mandato de Trump no esperaba un cambio en las relaciones israelo-americanas. “Aún haya una intención así, el Congreso y el pueblo norteamericano no permitirán que ocurra esto”, expresó, tras recibir el “Premio Theodor Herzl», conocido como el fundador del Sionismo político.
REPETIDOR
Cuando Joe Biden se reunió con el primer ministro Benjamin Netanyahu y su gabinete de guerra durante su visita a Israel, el presidente estadounidense les dijo: “No creo que haya que ser judío para ser sionista, y yo Soy un sionista “.
Los políticos y generales reunidos en el salón de baile del hotel de Tel Aviv asintieron con la cabeza en señal de aprobación, según un funcionario estadounidense conocedor de los comentarios a puerta cerrada, mientras Israel bombardeaba Gaza en represalia por un ataque devastador de militantes palestinos de Hamás y antes de una inminente invasión terrestre.
Biden, de ascendencia católica irlandesa, ya ha usado palabras similares para mostrar su afinidad con Israel, pero el momento, del que no se había informado antes, ilustra al mandatario como uno de los principales “Amigos de Israel” en la política. Los estadounidenses parecen estar guiándole durante una crisis que podría definir su presidencia.
También subraya los retos a los que se enfrenta para equilibrar su inquebrantable apoyo a Israel con convencer a Netanyahu -con quien mantiene una larga relación- de que evite un aumento de víctimas civiles y el colapso humanitario en Gaza, así como complicar nuevas liberaciones de rehenes estadounidenses.
“La conexión de Biden con Israel está profundamente arraigada en su ADN político”, dijo Aaron David Miller, antiguo negociador para Oriente Medio que sirvió a seis secretario de Estado en gobiernos tanto demócratas como republicanos: “Le guste o no, está en un escenario de una crisis que tendrá que gestionar”.
Reuters entrevistó a una docena de actuales y antiguos asesores, legisladores y analistas, algunos de los cuales dijeron que el actual abrazo de Biden a Netanyahu en tiempos de guerra podría permitir a Estados Unidos tener influencia para intentar moderar la respuesta de Israel en Gaza.
El alineamiento de Biden con el líder derechista corre el riesgo de alienar a algunos progresistas en su Partido Demócrata antes de su intento de reelegirse en 2024, con una creciente protesta internacional contra las tácticas de Israel con el apoyo de Estados Unidos.
Pero todo es un “bluff”, porque portaaviones estadounidenses tratan de impedir que alguien interrumpa la “limpieza” emprendida por Tel Aviv en la Franja de Gaza, siempre con la consigna de que el mejor palestino es el palestino muerto.
Esto debe complacer a Marco Rubio y similares.