Trata de personas, la esclavitud moderna en Latinoamérica y España
El día que Marcela (nombre ficticio) viajó desde su Brasil natal hasta el norte de Portugal tenía 500 euros, una reserva de hotel de una semana, el pasaporte y la promesa de seis meses de trabajo cuidando a niños o limpiando hogares. Estaba equivocada: llegaba a Europa para ser esclava, para ser prostituida.
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