Países que desacoplan emisiones y PIB incumplen el «crecimiento verde»
La reducción de emisiones en los 11 países de renta alta que han ‘desvinculado’ emisiones de CO2 del PIB distan mucho de lo necesario para alcanzar los objetivos del clima del Acuerdo de París.
Políticos y medios de comunicación han celebrado los recientes logros de desacoplamiento de estos países como ‘crecimiento verde’, alegando que esto podría conciliar el crecimiento económico con los objetivos climáticos.
Para investigar esta afirmación, el nuevo estudio publicado en ‘The Lancet Planetary Health’ comparó las reducciones de las emisiones de carbono en estos países con las reducciones exigidas por el Acuerdo de París.
‘El crecimiento económico de los países de renta alta no tiene nada de ecológico –advierte en un comunicado el autor principal del estudio, Jefim Vogel, del Instituto de Investigación sobre Sostenibilidad de la Universidad de Leeds (Reino Unido)–. Es una receta para el colapso climático y una mayor injusticia climática’.
Según precisa, ‘llamar ‘crecimiento verde’ a una reducción de emisiones tan insuficiente es engañoso, es esencialmente un lavado verde. Para que el crecimiento se considere legítimamente ‘verde’, debe ser coherente con los objetivos climáticos y los principios de equidad del Acuerdo de París, pero los países de altos ingresos no han logrado nada cercano a esto, y es muy poco probable que lo logren en el futuro’.
En este sentido, explica que ‘el crecimiento económico continuado en los países de renta alta está reñido con el doble objetivo de evitar un colapso climático catastrófico y defender los principios de equidad que protegen las perspectivas de desarrollo en los países de renta baja. En otras palabras, un mayor crecimiento económico en los países de renta alta es perjudicial, peligroso e injusto’.
El estudio identificó 11 países de renta alta que lograron la ‘desvinculación absoluta’ (definida como la disminución de las emisiones de CO2 junto con el aumento del PIB) entre 2013 y 2019, que fueron Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Alemania, Luxemburgo, Países Bajos, Suecia y Reino Unido.
Para cada país, se comparan las tasas de reducción de emisiones futuras ‘sin cambios’ con las tasas ‘conformes con París’ necesarias para cumplir con la ‘parte justa’ del país (o parte proporcional a la población) del respectivo presupuesto mundial de carbono que no debe superarse si queremos limitar el calentamiento global a 1,5 °C (el objetivo aspiracional de París) o incluso solo a 1,7 °C (reflejando el objetivo de París de ambición menor de ‘muy por debajo de 2 °C’).
Ninguno de estos países de renta alta ha logrado reducirlas lo suficientemente rápido como para cumplir los objetivos de París. De hecho, al ritmo actual, estos países tardarían de media más de 200 años en acercar sus emisiones a cero, y emitirían más de 27 veces la parte que les corresponde del presupuesto mundial de carbono para 1,5 ÂúC, advierte el estudio.
Los países varían en cuanto a la distancia que les separa de las reducciones necesarias para mantenerse dentro de sus cuotas justas de 1,5 ÂúC. Sin embargo, incluso el país con mejores resultados, el Reino Unido, tendría que reducir sus emisiones cinco veces más rápido de aquí a 2025 (de su media de 2013-2019 del 3,1% anual al 16% anual en 2025).
Otros países necesitarían una aceleración aún mayor de sus reducciones de emisiones (Bélgica, Australia, Austria, Canadá y Alemania) tendrían que reducir sus emisiones más de 30 veces más rápido de lo que lo hicieron entre 2013 y 2019 en el marco de la desvinculación absoluta.
Incluso un objetivo menos ambicioso y más peligroso de limitar el calentamiento global a 1,7 °C, con los mismos requisitos de equidad, requeriría que las reducciones medias anuales de emisiones para 2025 fueran ocho veces más rápidas que las logradas entre 2013 y 2019. Por lo tanto, los autores sostienen que para la mayoría de los países de renta alta, incluso este objetivo menos ambicioso parece fuera de su alcance dentro de un enfoque orientado al crecimiento.
A la luz de sus conclusiones, los autores afirman que los intentos de perseguir un ‘crecimiento verde’ en los países de renta alta no conseguirán las reducciones de emisiones necesarias para cumplir los objetivos climáticos y los principios de equidad del Acuerdo de París, y sostienen que en su lugar es necesario un enfoque ‘postcrecimiento’.
El coautor del estudio, el profesor Jason Hickel, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), explica que ‘la búsqueda del crecimiento económico en los países de renta alta hace prácticamente imposible alcanzar las reducciones de emisiones necesarias’.
‘Si los países de renta alta quieren cumplir sus obligaciones de París, deben seguir planteamientos posteriores al crecimiento –recomienda–: reducir las formas de producción que consumen mucha energía y las menos necesarias, reducir el consumo de los ricos, pasar del coche privado al transporte público. Esto reduce la demanda de energía y nos permite descarbonizarnos mucho más rápido’.
‘También tenemos que acelerar el despliegue de energías renovables y la mejora de la eficiencia con financiación pública –prosigue–. El post-crecimiento puede ayudar liberando capacidades productivas -fábricas, mano de obra, materiales- que pueden ser removilizadas para alcanzar objetivos sociales y ecológicos urgentes. Para ello pueden utilizarse políticas como una garantía de empleo verde, que acabe con el desempleo y garantice medios de vida adecuados para todos. Debemos centrar la economía en lo necesario para el bienestar, la equidad y la sostenibilidad ecológica’.
Así, Los autores sugieren una serie de medidas que los responsables políticos pueden adoptar para acelerar la reducción de emisiones de forma justa y socialmente beneficiosa, como abandonar el crecimiento económico como objetivo central y priorizar la sostenibilidad ecológica, el bienestar y la equidad como objetivos de desarrollo o reducir las formas de producción y consumo innecesarias e intensivas en carbono (por ejemplo, todoterrenos, transporte aéreo, carne y productos lácteos industriales, moda rápida, cruceros, mansiones, aviones privados).
Asimismo, aconsejan reducir las desigualdades de renta y riqueza (por ejemplo, mediante impuestos sobre el patrimonio y umbrales máximos de renta); aislar los edificios y reutilizarlos para minimizar las nuevas construcciones; reducir el despilfarro de alimentos y adoptar técnicas agrícolas agroecológicas y dietas predominantemente vegetales; introducir leyes para alargar la vida útil de los productos y garantizar el derecho a reparación y dejar de utilizar el coche privado y mejorar el transporte público, los sistemas de bicicletas y la accesibilidad a pie.
Vogel, precisa que ‘pasar del crecimiento económico al postcrecimiento es fundamentalmente diferente de una recesión, no implica penurias ni pérdida de medios de subsistencia. El postcrecimiento puede asegurar y mejorar los medios de subsistencia y el bienestar sin crecimiento económico, mediante políticas como la garantía del empleo público, la reducción del tiempo de trabajo, salarios dignos, una garantía de ingresos mínimos y el acceso universal a viviendas asequibles y servicios públicos de calidad’.
A diferencia de los países de renta alta, los autores señalan que los países de renta baja tienen menos emisiones per cápita, por lo que es más factible que se mantengan dentro de su reparto equitativo del presupuesto de carbono, aunque aumenten su producción y consumo para los objetivos de desarrollo humano.