La historia de un salidero camino a lo eterno
En el edificio No. 11 del reparto Pastorita, en Cienfuegos, hace más de dos años se “bota” el agua, al punto de crearse allí una especie de laguna por toda la acera, que corre cual río caudaloso calle abajo, y que impide, además, el paso de la población de la zona alta del barrio, a la Panadería, en busca del pan nuestro de cada día, de modo que ocurre, casi a diario.
Pero lo que más sorprende, es que la solución solo depende —según los vecinos y en opinión del responsable voluntario de “poner” el agua y dar mantenimiento a la bomba, un ingeniero mecánico jubilado— de una válvula que regule la entrada-salida de una cisterna que abastece a cuatro edificios, reparación o sustitución por la que los vecinos están dispuestos a pagar e incluso a colaborar, pero que debe ser fiscalizada por los responsables: Viviendas y Acueducto y Alcantarillado, municipales.
Y mientras allí el líquido vital se despilfarra, en medio de una crisis local y mundial por el agua, los inquilinos de otros edificios que se abastecen de la conductora de Paso Bonito —la cisterna de marras recibe el servicio de la “Damují”, conocidos como los vecinos “secos”, se empapan los pies para comprar el pan, todos los días. Cualquier acto parecido a desidia, no es pura coincidencia.
El hecho descrito, que vive y palpa esta reportera que habita una Torre, edificio 18 plantas, No. 15, donde se “paga” por descubrir el “misterio” que trae a los vecinos sin agua, muchas veces hasta nueve días seguidos; no es aislado, porque pululan alrededor salideros que no se corresponden con las medidas que se adoptan para encontrar una solución a esta problemática.
En mi opinión, y que coincide con la de muchos, encontrar una válvula, que la expenden en los negocios particulares de plomería, y que los vecinos están dispuestos a pagar; resulta más fácil que instalar paneles solares, porque allí lo que se precisa es solo un asesor del mencionado organismo.
El esfuerzo de entidades como Recursos Hidráulicos y Acueducto y Alcantarillado, en dotar al territorio de una matriz de energía renovable para el bombeo en zonas rurales, aisladas y otras, a través de paneles solares, en la búsqueda de una soberanía energética, es loable y no se pone en duda; como resultan, de igual manera encomiables, los trabajos que se realizan, incluso en madrugadas, para reparar una conductora, y que apreciamos en las redes sociales. Pero no es posible que un asunto sencillo se prolongue en el tiempo, creando malestar y despilfarro de agua, porque allí, según cuentan los vecinos, solo necesitan un especialista para planificar el trabajo, reitero, del resto se encargan ellos.
Cabe anotar que el problema de los salideros, en la ciudad de Cienfuegos, supera por mucho este específico de Pastorita. Un recorrido por los barrios muestra un repertorio amplísimo de aguas que se desplazan inmisericordemente y, por regla o por gravedad, tributan en las esquinas, donde se forman grandes charcos que, además de romper el pavimento, provocan el deterioro de esos neumáticos que tanto le cuesta adquirir a un país bloqueado como el nuestro, que debe cuidar al extremo todo cuanto tiene.
Solo para ilustrar, y según el sitio web Fundación Aquae: “El uso global del agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y continúa creciendo de manera constante a una tasa aproximada del 1 por ciento anual. Se prevé que el uso de agua siga aumentando a nivel mundial en función del aumento de población, el desarrollo económico y los patrones de consumo cambiantes, entre otros factores. Pero esto conllevará el empeoramiento de la calidad de vida en lugares donde el acceso al agua ya supone un problema y comenzará a serlo en algunas regiones donde todavía no lo es (…)”.
Y mientras el mundo se debate ante crisis de agua, e incluso analistas de política internacional vaticinan guerras por este recurso, en esta Isla de formación coralina, y en la geografía local del Centro-Sur, despilfarramos el H2O por falta de una válvula.
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