La Perla, sucia y empañada
Si el flautista de Hamelín tocase ahora mismo su melodía ciudad adentro, fácilmente encontraría seguidores en la “Perla”, a juzgar por los basureros que brillan en las esquinas. Montones de desperdicios crean hasta elevaciones en algunas zonas de la urbe, luego de acumularse allí por días.
Basta caminar por las calles y advertir las jabas con desechos que se aglomeran en las aceras sin ser recogidas, los contenedores de basura desbordados y el florecimiento de microvertederos ante la ineficiente gestión de los servicios comunales. Varias de estas escenas no son únicamente visibles en los barrios periféricos; en áreas más céntricas y de interés turístico también pudimos observarlas.
El problema inquieta a los cienfuegueros desde hace años y en medio de la actual situación económica tiende a agudizarse, con los perjuicios que supone para la imagen de la ciudad —reconocida alguna vez entre las más limpias de Cuba—, pero, sobre todo, en materia de salud e higiene. Por lo general, estos supiaderos aparecen muy cerca de edificios multifamiliares y viviendas, incluso, frente a bodegas y consultorios médicos.
Tras abordar el tema una y otra vez, los funcionarios de la Empresa de Comunales en Cienfuegos casi siempre esgrimen la falta de combustible y carros colectores, la poca fuerza de trabajo, el vandalismo contra los “contenedores azules” y, por consiguiente, su disminución, y la indisciplina social. Son los motivos que arrastramos por alrededor de una década, cuando la basura llegó a la agenda mediática para quedarse.
Entonces, en un mejor momento de la economía nacional, tales cuestiones señalaban ya puntos críticos en la labor de saneamiento. Hoy, con presupuestos mínimos, cabe suponer un escenario mucho más limitado para garantizar la limpieza de la Perla del Sur. Sin embargo, entre tantas actividades prioritarias, esta demanda mayor atención por cuanto representa para el bienestar de los ciudadanos.
Un trabajo publicado en este periódico siete años atrás informó sobre la transformación de los basureros ilegales en microparques. La peculiar estrategia buscaba otorgarle otro valor de uso a los sitios donde las personas arrojaban sus desechos, pero apenas logró materializarse. Además, el diseño y la concepción de los espacios públicos siquiera resultaron atractivos (sin luces ni áreas verdes y estéticamente feos), al extremo que, con el tiempo, volvieron a ser asaltados por lomas de residuos.
La indolencia entronizada en la sociedad cobra peso en relación con la higiene urbana. Eso es tan cierto como las jabas y sacos con desperdicios que la población amontona en las puertas de sus casas sin importarle nada. Ahora, tampoco puede pretenderse que creen muladares al interior de los domicilios, y menos apuntar exclusivamente a la conciencia cual tabla de salvación. Con la conciencia ni vive el hombre ni se recoge la basura. Tengámoslo claro.
Existe una empresa que no cumple su encargo a cabalidad y ahí comienza la primera indisciplina. El raudal de desechos en calles, aceras y esquinas de Cienfuegos evidencia el accionar limitado de Comunales en el territorio. Ello requiere corregirse con prontitud, pues, en el contexto de innumerables escaseces, vivir entre suciedades y pestilencias sería el colmo.
La recogida de materias primas y otras iniciativas comunitarias pudieran contribuir a la sanidad citadina. No es algo nuevo, sino dejado a la deriva como muchas cosas. Asimismo, valdría la pena apostar por proyectos y actores económicos dedicados a la actividad de servicios comunales, al constituir un sector débil que necesita ser robustecido. Cienfuegos, esa Perla de Cuba, merece seguir brillando, sin que la basura empañe su título.
Tomado De: