¿Sin canciones para Camilo?
Hace rato no me decidía a esperar una guagua, la verdad. No será necesario explicar el motivo por el cual prefiero caminar, siempre que el sol y el tramo lo permitan. Pues como la mañana de este jueves intentó un frente frío, opté por aprovecharlo y llegarme a pie desde el Vedado hasta donde pudiera conseguir una bolsa de pan, y eso terminó sucediendo en Centro Habana (a la mayoría que, lógicamente, no conoce La Habana, le digo que recorrí dos municipios).
Pero no es el pan, ni mi travesía para hallarlo, el tema de esta crónica, sino una adolescente y su madre, que me hicieron regresar hasta mi infancia.
Estoy casi segura de que cursa el séptimo grado, por el uniforme azul que llevaba: «Mami, mi’ja, ¿qué vamos a cantar, si no hay canciones para Camilo?; todavía si fuera el Che… Ya le dijimos a la profe que no». «Pero tú te sabías una cuando chiquita, la que termina “una gran sonrisa y un gran corazón”», le replicó la madre y, por supuesto, la última frase fue lo mejor entonada que pudo.
Ahí vino todo un debate típico en el que la niña se creía mayor de lo que realmente es y la madre pretendía que nada había cambiado en su hija más o menos desde tercer grado, según Yanita, la última vez que cantó aquello en un matutino.
Al final, lo alentador fue encontrarlas hablando del homenaje que debían preparar en la escuela para Camilo, pensándolo como un buen equipo y extrañadas de que se hubiera escrito tan poca música y poesía para el Héroe de Yaguajay. Por supuesto, la solución fue el Canto a Camilo, de Carlos Puebla.
Y luego, regresé en el tiempo hasta una ocasión en que me vi justo en el dilema de Yanita: sin nada nuevo que recitar frente a la Bahía de Matanzas, en el tributo a Camilo. Entonces mi madre, como la de Yanita, lo resolvió, pero a su modo: escribió un poema. Si lo recordara completo, se lo habría copiado allí mismo a la muchacha, pero solo me vienen a la mente estos versos:
Hasta este mar, que es parte de tu historia/ otro octubre nos trajo caminando./ Caminando contentos y cantando,/ ansiosos por contarte la última victoria.
Tú, como todos, sabes lo que estamos viviendo,/ pero aquí hasta los niños somos de otro tamaño/ y el enemigo vive sufriendo el desengaño/ de nuestros corazones, que seguirán creciendo…