Biden y el Estado de la Unión, alardes con pocas propuestas
Durante su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Joe Biden dedicó buena parte del tiempo a elogios para su administración en lugar de presentar nuevas propuestas para lo que resta de su mandato.
Durante una hora y 12 minutos el demócrata se adentró en lo que consideró los principales logros de su gobierno desde que asumió el cargo el 20 de enero de 2021, utilizando el discurso como plataforma de lanzamiento –aún sin fecha definida- para su candidatura a la reelección en 2024.
Resaltó su trabajo de los últimos dos años para crear empleos, combatir la inflación y mejorar la infraestructura del país, mientras convocaba a consensos, conocedor de la fuerte división en un Congreso que, tras las elecciones del pasado 8 de noviembre, dejó a los republicanos el control de la Cámara de Representantes.
En ese sentido, instó a los legisladores a unirse para aprobar la reforma migratoria, un propósito de administraciones demócratas anteriores que aún no llega a puerto.
«Unámonos también en materia de inmigración y hagamos que sea un tema bipartidista de nuevo», subrayó el ocupante del Despacho Oval, a quien culpan los republicanos por la crisis migratoria en la frontera sur.
Sin embargo, según el diario The Hill, en sus comentarios de este martes, Biden solo se refirió brevemente a esa cuestión y dio al Congreso la responsabilidad de aprobar la reforma.
“Los problemas fronterizos de Estados Unidos no se solucionarán hasta que el Congreso actúe”, insistió.
También abogó por un camino hacia la ciudadanía para los llamados dreamers (soñadores), que tienen un estatus temporal, los trabajadores agrícolas, los trabajadores esenciales.
Además, en el sector de infraestructuras presentó un plan para utilizar en los proyectos federales solo materiales de construcción fabricados en Estados Unidos.
Entre los invitados a esta sesión en el Capitolio federal estuvieron Rodney Wells y RowVaughn Wells, el padrastro y la madre de Tyre Nichols, el joven afroamericano que falleció en Memphis después de la brutal golpiza que le propinaron en un control de tráfico agentes de la policía el pasado 7 de enero.
La presencia de ambos –ovacionada, por cierto- sirvió para que Biden recordara la necesidad de aprobar la Ley de Justicia Policial George Floyd, una iniciativa que busca reformas en la institución.
El proyecto de ley, presentado originalmente en 2020 luego del asesinato de Floyd en Minneapolis también a manos de la policía, pasó dos veces en la Cámara Baja, pero no avanzó en el Senado, pese estar dominado por los demócratas.
Justo antes de comenzar a hablar en horario de máxima audiencia, Biden extendió la mano al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, con quien ya inició conversaciones la semana pasada sobre la urgencia legislativa del momento, aumentar el techo de la deuda nacional.
Por supuesto, trató de atraer al bando contrario al pedirle que trabaje con él durante los próximos dos años, una cuestión, sin dudas, difícil, porque, de hecho, fue a ratos abucheado e incluso tuvo un fuerte intercambio en el plenario sobre el Medicare y Seguridad Social.
Biden alardeó que con su gobierno (enero de 2021-presente) se crearon “12 millones de empleos nuevos, más empleos en dos años que los que cualquier otro presidente ha creado jamás en cuatro años” y que se contuvo la galopante inflación.
Sin embargo, quedó fuera del análisis que asumió el cargo en un contexto complejo derivado de la pandemia de la Covid-19, emergencia sanitaria que provocó en Estados Unidos la eliminación de casi 22 millones de puestos laborales solo en dos meses, en marzo y abril de 2020.
La recuperación del mercado laboral comenzó incluso bajo la presidencia de Donald Trump (2017-2021), “pero aún quedaba un vacío sin precedentes por llenar cuando Biden llegó a la Casa Blanca”, reseñó la cadena CNN.
En el discurso de Biden no faltó, de pasada, mencionar su decisión de derribar un globo civil no tripulado chino para investigaciones meteorológicas que entró de forma accidental en el espacio aéreo estadounidense, una cuestión que añadió otro elemento de tensión entre Washington y Beijing.
Para algunos analistas, sus palabras en la tradicional sesión conjunta del Congreso no fue más allá de un intento por tratar de convencer a la opinión pública de la supuesta efectividad de su gestión, pese a que las encuestas digan lo contrario.