Tabaco cienfueguero con aroma de mujer

Detrás de una caja vistosa de tabacos, tal vez nadie perciba que hay varias manos, muchas de ellas pertenecientes a mujeres afanosas, infatigables que adoran su profesión. De estas depende que el renglón tabacalero sea uno de los planos económicos que más destaca en la Perla del Sur. Sin el toque femenino, ello no sería posible.

Así lo plantea Zurappsy Armenteros Consuegras, trabajadora de la Unidad Empresarial de Base Tabaco Torcido Cienfuegos, graduada como tabaquera de exportación (A) en esa fábrica, quien asegura que cada minuto allí siempre valdrá la pena para ella.

“Empecé acá desde los 19 años a trabajar, y pienso que no me ha ido mal porque disfruto mucho de la manufactura tabacalera y si es de tripa gorda, pues mejor”, asevera, mientras no pierde ni un segundo el ritmo, el control de dedos y manos al aferrar las hojas de la planta.

“En los cursos donde nos preparan antes de comenzar en la producción, se inicia con la tipología de mareva, puesto que es un tabaco más fino. Pero a medida que vas adquiriendo habilidades, te colocan otros de textura más robusta como diagnóstico, y puedes elegir con cuál te sientes mejor trabajando”, estima la compañera.

Los referidos cursos difieren en cuanto a sus rasgos; el de tabaquero por ejemplo, es distinto completamente –asegura Armenteros– al de “terminado”, que es aquel donde son clasificados los productos por su coloración, y en el cual les colocan los sellos.

“Casi todos los que estamos acá tomamos el curso que enseña a trabajar con el tabaco de exportación. Dura un año y unos meses, y si logras graduarte –ya que es muy riguroso y el departamento de calidad se encarga de chequear y establecer las normas– te incorporas a la fábrica”, comenta.

Este oficio sin dudas es riguroso; cada torcedor debe exhibir pasión y entrega por aquello que está ejecutando sin parar. “Se comienza con 50 tabacos, luego se sube a 80 hasta llegar a la norma, pero si no logras cumplirla desapruebas el curso y te sacan. Luego aprendes que no todos los tabacos poseen la misma pauta, por ejemplo, los de “novena” que son estos que hoy preparamos acá, tienen una norma diaria de 95 pues son más complejos de manipular; la corona, 105; los robustos, 120; los mareva 135 y así”, afirma la experta.

Las jornadas en la UEB Tabaco Torcido se pasan –como bien comprobó este reportero– entre el olor de las vegas clásicas y el murmullo continuo del gremio indetenible. “Es duro, porque nos pasamos muchas horas aquí dentro y a la par, debemos velar constantemente por la calidad con la que sea facturado el producto”, dice.

“Afortunadamente cuento con el apoyo familiar, sobre todo a la hora de hacer las compras del día, las colas en la casilla, etcétera. Mi madre es quien ha sido un pilar fundamental”, y “qué bueno ese apoyo entre mujeres”, le contesta este periodista, porque en el empeño de compañeras como Zurappsy está depositada la confianza de los buenos resultados económicos que debe exhibir la empresa y las sucursales del territorio.

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