Las aves migratorias también merecen libertad

Al doblar una de las esquinas más transitadas de Cruces (en la calle Padre las Casas, entre Montalvo y Camilo Cienfuegos), se encontró con aquel triste panorama: 17 jaulas colocadas sobre la acera como en una pasarela de modas, cada una con un ave dentro. Pensó en denunciar el caso, pero ¿a quién? ¿A la policía? ¿A la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA) de Cienfuegos? ¿Al Citma en el municipio? Lo único que pudo hacer fue soltarle cuatro palabras en modo imperativo al captor, quien se pavoneaba muy orondo por la calle del frente.

Allí quedó el caso, y algunas personas que pasaban lo apreciaron con extrañeza ya que –al parecer– a nadie le importa que un grupo de desdichados pájaros migratorios permanezcan cautivos en la picota pública. Es la ignorancia, la indolencia y desinformación las que ganan cada día la batalla cuando nos enfrentamos a situaciones similares.

Esas 17 cárceles apresaban a 17 aves migratorias (que, durante la presente etapa estival deberían estar teniendo a sus crías en Norteamérica), algunas desconocidas por los lectores pero con plumajes y cantos muy llamativos. Hablamos del Pheuticus ludovicianus, más conocido como Degollado por tener en la cima del pecho una pañoleta roja que semeja una mancha de sangre. Un ave hermosa que alterna su plumaje con un tono blanquecino y un color negro lustroso en la parte superior de su cuerpo. Junto con esta especie también estaban los otros penitentes, el muy popular Azulejo (Passerina cyanea) y el Azulejón (Passerina caerulea), individuos igualmente muy perseguidos –sobre todo los ejemplares machos– por su canto melodioso y la coloración vigorosa que adquieren las plumas.

Muchos de los captores cuando son detectados por las autoridades, se escudan en aquello de que “no son pájaros cubanos y por lo tanto no hay nada malo en tenerlos”. Así piensan los desvergonzados e ignorantes, ubicando a las migratorias en la misma categoría de los periquitos australianos, los canarios o las cacatúas; aves exóticas, importadas, que sí están adaptadas a vivir en cautiverio, a la vida doméstica, si se quiere. Pero no es el caso de las aves tratadas aquí, ni de otras que han corrido igual desgracia, como la Mariposa (Passerina ciris), el Gorrión de Pecho Negro (Spiza americana) o los Cardenales (Piranga rubra y Piranga olivacea), estos últimos con colores muy atractivos, que permiten a los cazadores clandestinos lucrar mucho más con ellos.

Todo esto nos lleva nuevamente al tan cacareado Decreto-Ley de Bienestar Animal, que si bien algunos lo aprecian como un paso de avance, al menos en su letra y espíritu, la sociedad cubana y las autoridades competentes no han sabido aprehenderlo, aplicarlo con la requerida efectividad. Dicho Decreto, junto al Decreto-Ley 200 de 1999, más las Resoluciones 115 de 2005, y la 160 de 2011, amparadas por el Citma, son las encargadas de ofrecer el marco regulatorio adecuado para frenar en alguna medida la debacle que se vive hoy día en las ciudades y campos cubanos con la depredación y captura de especies. No solo los individuos endémicos, sino también aquellos que tienen a nuestro país como un trampolín anual para sus viajes entre las dos Américas.

La mayoría de los emplumados citados anteriormente llega a nuestro archipiélago previo a la etapa invernal, y permanecen acá entre seis u ocho meses, haciéndolas tan cubanas como las que crían en el territorio nacional durante el año. Todas las migratorias desempeñan un rol importantísimo en el equilibro ecológico de cada ecosistema. Ello, sin dejar de mencionar que son controladoras biológicas por excelencia, diseminadoras de semillas y polinizadoras eficaces. Así pues, con el aumento de las capturas durante la temporada invernal en Cuba, se afecta notablemente el fondo genético y el tamaño de sus poblaciones.

Hoy, está demostrado que la existencia solamente de instrumentos jurídicos no garantizará que se contrarreste la caza furtiva de dichas especies. Al “dueño” de las 17 aves encerradas y que cada mañana saca a “tomar el sol” (como si les estuviera haciendo un gran favor), seguirá lucrando con ellas mientras que la sociedad no discrepe verdaderamente con esta atrocidad, mientras no adquiera una conciencia conservacionista y se involucre de manera activa en el problema.

Con sus capturas, a estas aves se les interrumpió su proceso migratorio anual./Foto: del autor

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