Comercio mundial y cooperación para resiliencia climática

Garantizar la transición ecológica de los actores económicos, así como imponer nuevos esquemas verdes para todos los eslabones del comercio internacional suponen hoy aspectos urgentes en el ámbito de la acción climática.

La mitigación del cambio climático y la adaptación a sus consecuencias exigen una gran inversión económica y una actuación coordinada para evolucionar hacia una economía sostenible y con bajas emisiones de carbono, señala la Organización Mundial del Comercio (OMC) en su informe anual de 2022.

El comercio internacional y sus normas pueden y deben contribuir a la resiliencia ante el cambio climático, y la OMC se sabe protagónica en concebir consensos al respecto entre sus más de 160 miembros.

Sobre todo, teniendo en cuenta que en ese heterogéneo grupo de naciones están las principales economías del mundo, y no pocas de ellas tienen una deuda de larga data con el medio ambiente.

El cambio climático es una amenaza existencial para la vida de las personas y está transformando profundamente la actividad económica y el comercio, apuntó la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala.

Solo este año, desde el Cuerno de África hasta China, desde Europa hasta las Américas, aumentaron las temperaturas, mientras las prolongadas sequías destruyeron cultivos, redujeron la producción eléctrica y el caudal de los grandes ríos, ello dificulta el transporte de los productos industriales y agrícolas, enfatizó.

Remarcó, además, que la crisis climática es un problema que afecta al patrimonio común y exige, por tanto, una respuesta colectiva y eficaz.

El comercio en sí genera emisiones de gases de efecto invernadero ligados a la producción y el transporte, pero las corrientes comerciales y las políticas de dicha actividad también pueden acelerar la difusión de las tecnologías más avanzadas y las mejores prácticas e incentivar sucesivas innovaciones, advirtió.

Todo ello, acotó Okonjo-Iweala, para lograr una transición justa y resiliente a una economía con bajas emisiones de carbono y, al mismo tiempo, crear los empleos del futuro.

PROYECCIONES DISTÓPICAS Y ALTERNATIVAS INGENTES

Distopías aparte mostradas en producciones audiovisuales de ficción y ciencia ficción en torno a la incidencia de las condiciones del clima en el desarrollo humano, el informe de la OMC resalta una certeza: el cambio climático transforma el porvenir económico y comercial de los países, y constituye una grave amenaza para el crecimiento y la prosperidad futuros.

El ascenso térmico, el aumento del nivel del mar y la mayor frecuencia de los episodios meteorológicos extremos presagian pérdidas de productividad, niveles de producción insuficientes, daños en la infraestructura de transporte y perturbaciones de la oferta, señala el reporte.

Acentúa el documento que, sin reducciones significativas de las emisiones de gases de efecto invernadero, es probable que cambien las ventajas comparativas que disfrutan en la actualidad muchos países y sectores como la agricultura, el turismo y algunas actividades manufactureras. Hay una gran realidad, el planeta es compartido y los efectos del cambio climático, con mayor o menor medida, inciden sobre todas las naciones, dicta la lógica y remarcan los expertos.

Décadas y décadas de explotación por parte de las principales economías del mundo ponen todavía más en desventaja para la resiliencia climática a los países con menos desarrollo y a los pequeños estados insulares, recuerdan los analistas.

Es por ello que especialistas resaltan que el llamamiento de la OMC a concretar políticas climáticas coherentes y financiación para el clima no debería resultar una entelequia.

En ese sentido, entre quienes apuestan por una descarbonización de sus actividades económicas se encuentra la aerolínea irlandesa Ryanair, quien firmó a inicios de diciembre un acuerdo de suministro de combustible sostenible para la aviación (SAF, por sus siglas en inglés)

Ryanair pactó con el grupo internacional de empresas energéticas y petroquímicas Shell el acceso potencial a 360 mil toneladas de SAF entre los años 2025 y 2030, una quinta parte de lo que necesitaría para alcanzar su objetivo de uso del 12,5 por ciento de este combustible.

Los expertos acotan que el SAF suele producir hasta un 70 por ciento menos de carbono que los combustibles fósiles, y ofrece a las aerolíneas una alternativa ecológica sin dejar de volar antes de que estén disponibles opciones de aviones híbridos, eléctricos o de hidrógeno.

Jornadas después, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), señaló que la producción mundial de combustibles sostenibles para la aviación crecerá al triple este 2022.

La principal organización de compañías aéreas informó que la producción de combustibles no fósiles para el sector alcanzará, al menos, 300 millones de litros en 2022 frente a los 100 millones de 2021.

La IATA, organización a la que pertenecen 300 compañías con el 83 por ciento del tráfico aéreo mundial, adoptó en 2021 la ambición de cero emisiones netas de CO2 para el transporte aéreo en 2050.

Un esfuerzo destacado para no pocos especialistas, quienes refieren que ese sector contribuye a cerca del tres por ciento de las emisiones globales de ese gas a la atmósfera.

DISCREPANCIAS EN EL CAMINO A LA SOSTENIBILIDAD

El papel activo del comercio, como elemento contrapuesto al cambio climático y con incidencia en la transformación de la economía mundial, requiere de acciones desarrolladas desde el multilateralismo y la pluralidad, así como consensos y compromisos políticos y financieros reales.

Un cambio que conllevará costos, pero que al igual generará oportunidades, no solo para prevenir una catástrofe ambiental, sino también para reinventar la forma en que el mundo genera energía, fabrica productos y cultiva alimentos, recalca la OMC en su informe anual.

Las consecuencias de no asumir la acción contra el clima de esta manera nos llega a diario en reportes de prensa en forma deincendios, pérdida de biosfera, inundaciones y sus respectivas repercusiones en las cadenas de suministros y en las economías a escalas territoriales y nacionales.

No obstante, y ante el llamamiento a la cooperación, existen discrepancias en torno a la búsqueda de soluciones mancomunadas para la transición hacia una economía verde.

Quizás, la más reciente sea la generada como consecuencia de la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, que prevé 420 mil millones de dólares en inversiones para el paso ecológico en empresas, y a la cual se enfrenta la Unión Europea (UE) por considerarla discriminatoria.

Una parte importante de esta iniciativa legislativa está integrada por subvenciones y reducciones de impuestos, especialmente para los vehículos eléctricos, las baterías y los proyectos de energías renovables que favorezcan la producción en Estados Unidos, y que el bloque comunitario calificó de competencia desleal.

Una discrepancia que acumula jornadas de debates entre representantes de ambas potencias, sin vislumbrarse solución alguna, mientras el mundo necesita de forma acelerada un reajuste global de sus normas económicas y comerciales.

En ese sentido, la OMC insiste en que debido a la naturaleza transversal del cambio climático, las políticas comerciales y las relacionadas con el cambio climático deben apoyarse mutuamente.

Ello requiere coordinación, coherencia y transparencia, al tiempo que refuerza a la cooperación como una condición medular para la resiliencia climática, advierte la organización.

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