Joyas emplumadas, mejor en libertad

Nadie los esconde. Todo lo contrario, la gente los exhibe al público, en plazas, aceras, portales, bulevares, como si de una feria expositiva se tratara. Ello es una muestra de la ignorancia y el poco amor de sus dueños hacia la naturaleza y la avifauna cubana. La pasarela de jaulas haciendo alardes con negritos, tomeguines, azulejos, mariposas, sinsontes…resulta cotidiana no solo en Cienfuegos, sino en todo el territorio nacional.

Sumado a dicha acción –que a largo plazo puede desembocar en un desastre ecológico o en la extinción de una especie–, está la venta ilegal de animales, que tampoco se realiza a hurtadillas como antaño. Las redes sociales son el trampolín perfecto para publicar los ejemplares capturados y sus precios. Como son personas de poco seso, ignaras en su mayoría, no les importa que la raza en cuestión sea endémica del territorio cubano, migratoria o esté catalogada en peligro crítico. El dinero, los dividendos, el negocio, constituye lo principal para ellos.

Busque usted en Facebook los grupos llamados o que de alguna manera incluyen las palabras “Revolico de Aves”, y notará que varios poseen más de 4 mil miembros, aunque hayan restringido el acceso a las publicaciones.

Jamás ha sido tan vulnerable, por ejemplo, el Negrito (Melopyrrha nigra), una gema invaluable para los ornitólogos, endémico de Cuba y único en su género, frente al amargo panorama de venta ilícita que alcanza incluso cotas internacionales.

Esta especie es una de las más perseguidas –sobre todo los ejemplares machos– debido a su extraordinario canto, como ha sucedido del mismo modo con el Sinsonte (Mimus poliglottos) durante muchos años.

Si las capturas del Negrito continúan al mismo nivel que se observa hoy, es muy probable que haya un declive drástico de la especie en cuestión y los ejemplares hembras se vean afectados para su reproducción, ante la escasez de machos en las áreas boscosas donde anidan.

En el bulevar y varias avenidas de Cienfuegos pueden verse aves endémicas en cautiverio

No solo deben atender dicha problemática los ambientalistas y científicos cubanos, sino que tienen que tomar carta en el asunto la Empresa para la Protección de la Flora y la Fauna, y por supuesto, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), que por cierto, debería tener un rol más preponderante y hoy –a todas luces– no lo posee en el tema de marras.

Además del canto, varios especímenes migratorios como el Azulejo (Passerina cyanea) y el Degollado (Pheucticus ludovicianus) son muy populares entre los pajareros por la coloración hermosa del plumaje, los cuales puedes venderse en las exorbitantes cifras de 400 o 600 CUP, mientras que la Mariposa (Passerina ciris) llega a la cifra increíble de mil o más CUP.

Unos de los expertos, fotógrafos y artífices de la revista El Observador de Aves Cubanas fundada en 2019, Vladimir Mirabal, alertaba en uno de los últimos números del magacín que “las aves migratorias también son cubanas” y por tanto debemos protegerlas ante la nefasta acción depredadora del hombre. Cuba, para mayor desvelo, se encuentra ubicada en uno de los corredores migratorios más importantes de América, y cada año, durante la temporada invernal en el hemisferio norte, llega hasta acá desde parajes septentrionales un gran número de especies, entre ellas las mencionadas y otras muy diversas como las bijiritas, que también pueden caer y morir en las jaulas de los cazadores, porque no tienen una adecuada alimentación ya que poseen una dieta exclusivamente insectívora.

Aún cuando en marzo de 2020 el Consejo de Ministros de Cuba aprobó un plan gubernamental para la prevención y enfrentamiento de los delitos e ilegalidades que afectan los recursos forestales, la flora, fauna silvestre y otros recursos naturales, las leyes parecen solo letra muerta, mientras continúa pululando la exhibición de aves no aptas para tener en cautiverio, como sí lo son otras, menciónese los periquitos australianos, cacatúas y canarios.

En vez de captores, lo que necesita Cuba y el planeta son observadores; miles de observadores de aves con perfiles en la plataforma web internacional eBird, que proporcionen así datos y nuevos registros tanto a científicos, investigadores y naturalistas aficionados sobre las especies que vuelan libres por todo el orbe, y que llegan a nuestro archipiélago como parada habitual en sus recorridos.

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