Crónica un asesino silencioso

Francisco tenía dieciséis años cuando por curiosidad y embullo  de los amigos bebió por primera vez un sorbo de Habana Club, para ese entonces el grupo de adolescentes NO tenía ninguna experiencia bebiendo alcohol, pero aun así continuaron, porque sencillamente estaba de moda y el que no lo hiciera era la burla del colectivo.

Los primeros tragos fueron para Francisco de gran agrado, pues se sintió más fuerte, pero esa fuerza pronto se convirtió en una pesadilla, cuando la curiosidad se volvió dependencia. El joven miró como de pronto lo que empezó como diversión y una forma de desconectarse de la jornada de la escuela, se transformó en un hábito. Ya NO era del agrado de sus amigos, los mismos que lo incitaron a beber, ahora resultaba desagradable, ofensivo y hasta repugnante.

Cuando estaba sobrio lloraba, buscaba refugio en lo profundo del cuarto, sabía que algo no estaba bien, pero era mucho más fuerte que él, así pasaron los años, nunca quiso buscar ayuda, los consejos de los padres le resultaban tediosos y agobiantes, hasta que papá se fue de casa por no aguantar tantos escándalos y borracheras a diario, la madre sufría en silencio, pues no quería que se enojara y la golpeara como tantas veces había hecho, ya no veía la salvación.

Francisco se aisló de la sociedad, o mejor la sociedad le dio la espalda, ya era un hombre maduro, y su estilo de vida estaba por destruirlo, las noches durmiendo a la intemperie, pues se quedaba ahí donde sus pies ya no aguantaban, No se alimentaba pues el dinero apenas alcanzaba para la caneca o cualquier otra cosa que pudiera tomar con sabor a alcohol, su hígado estaba saturado y la bebida le pasó factura.

Historias como la de Francisco, no nos resultan tan ajenas, el alcoholismo es un asesino silencioso que con el tiempo te pasa la cuanta. Por desgracia la mayoría de la gente que transita del consumo regular hasta la incapacidad de resistir al trago diario empiezan como Francisco, este problema afecta cada día a un número mayor de adolescentes, lo peor es que no tienen conciencia de ello y siempre piensan en que solo será por distracción, hasta que al final llega la adicción.

Pero para ayudar a quienes tienen este problema están los alcohólicos anónimos, la puerta eta abierta, no existe obligación de asistencia a las sesiones en grupo para entrar no importa edad, sexo o color de piel pues lo que se quiere es acabar con la discriminación que es a lo que ellos se enfrentan.

Por otro lado está la familia, el sostén y la base de todo, el apoyo y no el rechazo resulta fundamental para la recuperación de un alcohólico.

Pero lo mejor es no empezar, está bien compartir con los amigos, los allegados, los conocidos, pero debemos dominar nuestro cuerpo y no dejar que el instinto pueda más que nuestra fuerza de voluntad y capacidad para reaccionar a lo que no está correcto. El alcohol es un asesino silencioso que puede acabar en días, meses y años con lo hermoso y agradable que algún día pudimos ser.

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