Opinión

¿Qué pasa con los cigarros en Cuba?

Los mayores de casa suelen afirmar que en Cuba no pueden faltar ni el café ni el ron ni el cigarro, productos que, aun con criterios a favor y en contra, forman parte de la tradición de consumo nacional y que, sin embargo, han visto disminuida su presencia en la red comercial.

En el caso del cigarro, durante 2021 la inestabilidad en su distribución en la red de ventas minoristas se debió, fundamentalmente, al déficit de las fábricas productoras por roturas imprevistas, problemas logísticos y de transportación, falta de materiales, y la paralización de algunas líneas o retrasos en las entregas a causa de la pandemia.

El grupo empresarial Tabacuba, proveedor del producto, señaló entonces que, desde finales de 2020, la falta de financiamiento impactaba en la compra de papel de envoltura, marquillas y piezas para las fábricas de esa línea económica.

A tal punto llegó la situación que, en junio del año pasado, para evitar el acaparamiento y la reventa, los gobiernos territoriales decidieron distribuir los cigarros nacionales de forma controlada a través de la libreta de abastecimiento, a mayores de 18 años y en dependencia de la disponibilidad existente.

Se esperaba que para el primer trimestre de 2022 el panorama pudiera cambiar. Pero estamos en agosto y la situación sigue compleja.

«¡Compro cigarros!»

Un hombre de mediana edad, sentado en el área exterior de la bodega El Crisol, cada cierto tiempo da a conocer el propósito de su estancia en aquel sitio. «¡Compro cigarros!», dice a viva voz a quienes entran y salen del local.

Nadie creería que esto sucede en Holguín, donde el centro industrial Lázaro Peña concentra el 60% del plan nacional de cigarros.

«Allí se sientan, por lo general, dos o tres personas que adquieren la cajetilla a 120 pesos. Para los clientes es fácil comprar a diez pesos y vender, de forma rápida a veces, a 130 o 140», comenta Omar Rodríguez Cruz, asistente de administración del establecimiento.

Generalmente corresponden tres cajetillas por núcleo, y aunque hace un tiempo se daban primero dos y luego la otra, la situación se ha estabilizado en los últimos cuatro meses, añade.

Explica que en ese mercado se recibieron 3 153 cajetillas en julio, y lo normal es que todos los núcleos las compren, aun cuando alrededor del 60% de esa población no fume, pero «vienen corriendo a comprarlos, para venderlos»

Frente a otro establecimiento de la ciudad, Josuá Sánchez, un jubilado, nos confiesa que sí, él da salida al que le corresponde porque es una vía de ingreso para aliviar su situación monetaria.

A través de redes sociales, con frecuencia Granma recibe inquietudes sobre la comercialización de este producto. Lectores como Pablo Sánchez, residente del Vedado, en La Habana, señala que en el Cupet de 25 y G, donde «se supone que den los turnos contra el inventario existente», al igual que con otras mercancías, le ha ocurrido que se terminan y reaparecen cuando llegan autoridades como la delegada de la circunscripción o la policía.

«La factura debe ser pública, y el delegado o alguien del Gobierno debe ir para que se la enseñen, y mostrarla al público, para que este pueda llevar un control», señala el lector, quien aborda aspectos negativos del vínculo de las bodegas con determinados centros comerciales a los que se abastece poco en comparación con otros del mismo municipio.

Actualmente, en muchas partes de La Habana, como en otras provincias, los consumidores se ven ante el dilema de adquirir las cajetillas en el mercado negro a precios que pueden superar los 200 pesos, o hacer colas en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC).

En tiendas y cafeterías estatales, donde debe comercializarse este producto en CUP, su escasez se agudiza.

Los cigarrillos no son de los productos contemplados en la canasta básica familiar normada; sin embargo, su distribución es realizada de manera mensual, aunque no siempre dentro del período correspondiente, informó a Granma Francisco Silva Herrera, director general de Ventas de Mercancías del Ministerio del Comercio Interior.

Tampoco existe un plan de distribución mensual, dijo, pues está determinada por la oferta que sea capaz de generar la empresa suministradora. A partir de ahí, los gobiernos provinciales y locales, de conjunto con las empresas de comercio de los territorios, determinan la distribución per cápita o por composición de núcleos.

Explicó, además, que las marcas comercializadas dependen del vínculo fábrica-provincia, así como de las capacidades productivas.

La raíz del problema

Con las interrogantes de la ciudadanía en las manos, nos acercamos al grupo empresarial Tabacuba, responsabilizado con la producción del cigarro que se consume en el país a través de sus cuatro fábricas: Segundo Quincosa, en La Habana; Ramiro Lavandero, en Villa Clara; Juan D’ Mata Reyes, en Sancti Spíritus, y Lázaro Peña, en Holguín, así como de la empresa mixta Brascuba Cigarrillos, S.A., ubicada en la Zona Especial de Desarrollo Mariel.

Tabacuba esperaba en 2021 que para este año existiese una situación más estable, pero el plan de producción de las fábricas estatales, de enero a junio de 2022, se cumple al 47%.

Fuentes del grupo aseguraron que el atraso «se debe, principalmente, a la falta de materiales directos utilizados en la industria cigarrera como el papel de cigarro, marquillas (caja de cigarros) y papel para envoltura (rueda o paquete de cigarro), que provocó la paralización de las fábricas en enero, marzo y mayo»

Desde entonces, la producción no ha parado y espera mantenerse en las fábricas de La Habana, Villa Clara y Sancti Spíritus, que cuentan con cobertura de materiales hasta septiembre. Mientras, se realizan las acciones correspondientes para garantizar los insumos necesarios para culminar la producción del año, agregaron.

Con respecto a la fábrica de cigarros de Holguín, Tabacuba informó que se detendrá hasta finales de agosto, por falta de marquillas. «El papel utilizado en su fabricación llegará al país en la primera quincena de agosto y debe ser procesado en las imprentas antes de arribar a la fábrica».

Como en otros sectores de la economía cubana, los problemas de atraso en la llegada de los materiales directos que necesita la industria se acrecentaron ante la difícil situación económica internacional. «La no disponibilidad de buques, el alto precio de los fletes y la lejanía de los proveedores provocó demora en las importaciones y exigió rehacer contratos, lo que incidió negativamente en los niveles de producción de la industria nacional».

También explican que la compleja situación energética del país ha influido en los resultados productivos, pues ha sido necesario que las fábricas estatales paren máquinas en el horario pico de 11:00 a.m. hasta la 1:00 p.m.

Una estrategia para estabilizar la producción

Tabacuba y la dirección de cada fábrica han trazado una estrategia para estabilizar la producción, argumenta la dirección del Grupo, que detalla en la información ofrecida que «las fábricas estatales han instaurado el trabajo en sábados no laborables y la reducción del tiempo de vacaciones masivas. Asimismo, algunas fábricas están haciendo dos turnos de trabajo».

Otra de las alternativas es la búsqueda de nuevos proveedores y ofertantes de servicios en la industria nacional, y se determinó utilizar el papel destinado a la fabricación de las envolturas para hacer las marquillas y comercializar de forma mayorista las cajas de cigarro dentro de cajas de cartón

Añaden que, ante los problemas que ha tenido la producción, los resultados de Brascuba han ayudado a paliar esa situación.

«Esta empresa mixta dedicada a la fabricación de cigarrillos de las marcas H. Upmann, Popular con filtro, Rothmans, Dunhill y Cohiba, con sus respectivas líneas, cumple su plan de producción hasta la fecha al 86%. Para esto ha implantado tres turnos de trabajo los siete días de la semana», detallan.

«En la actualidad, Brascuba no solo le vende de forma directa a las cadenas de tiendas, sino también a la Empresa Comercializadora de Tabaco en Rama La Vega, y esta, a su vez, a la Empresa Comercializadora Mayorista de Productos Alimenticios (EMPA), que se encarga de su distribución y comercialización a unidades de la red de comercio minorista», añaden. Puntualizaron que, para que esto ocurra, Tabacuba subsidia el costo en USD de las producciones de cigarros para su venta a la población en moneda nacional.

En el caso de las fábricas estatales, se especifica que estas venden sus producciones de cigarros a la Empresa Comercializadora de Tabaco en Rama La Vega, y esta, a su vez, a la EMPA, o lo hacen directamente a esta última.

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